Existen dos clases de personas: Las que se sienten tranquilas en su zona de confort, las que no tienen necesidad de moverse de su sitio de siempre, de alejarse de sus comodidades. Después estamos el resto. A los que nos mata la curiosidad y no podemos estar quietos en un mismo lugar, los que a todas horas tenemos la sed de viajar, esa que solo se sacia con sumar a tus experiencias otro rincón más. Para los que el pasaporte significa media vida.

Nosotros sin duda formamos parte de la gente aventurera y arriesgada! Y por eso mismo este año quisimos dar un giro a nuestras vidas y vivir durante un tiempo en otro país, con otra gente y con otras costumbres.

Manteneros al día de todos los sitios que visitamos nos encanta. No hay nada que nos guste más que poder explorar rincones nuevos y compartirlo con toda la gente posible para que se animen a practicar este gran vicio de conocer mundo. Y a los que por una razón u otra no pueden hacerlo, redactamos todas nuestras experiencias para que al menos puedan alimentarse de ellas y en su mente viajar por un instante a estos recónditos lugares.

Ahora bien, la pregunta del millón que muchos os estaréis haciendo: Y como lo habéis hecho?

Pues bien aquí os dejamos la receta por si alguno se anima a kangurear como nosotros.

RECETA :

Añade infinitas cucharadas de ilusión y combínalas con una taza de positividad. Mézclalo bien con valentía y rocíalo con un litro de curiosidad. Déjalo cocer a fuego lento, remuévelo suavemente con un poco de esfuerzo y constancia y finalmente añádele una pizca de dinero.

- Servir con hambre de explorar sin jamás saciarte y con ganas incontrolables de comerte el mundo -

viernes, 10 de febrero de 2017

Route: From Brisbane to the Great Ocean Road



AVISO: Entrada de blog cargadita de info así que sentaros en el sofá y relajaros porque como dicen en mi país, aquí hay mucha plancha!

Unas Navidades sin frio y sin la familia no son Navidades, pero no podíamos quedarnos sentados en el sofá de nuestro apartamento, estábamos en Australia y eso merecía celebrarlo por todo lo alto. La Navidad aquí se vive diferente, coincide con la temporada más alta, es la época de más calor, donde los niños finalizan el curso y disfrutan de sus merecidas vacaciones; en comparación, es el verano de España. Por esa razón, los australianos dan prioridad a sus vacaciones, a viajar y disfrutar del calor, de sus playas y el tema de juntarse en familia y vivir las navidades que estamos acostumbrados no es lo más común.
Así pues, ya que estábamos viviendo una aventura aussie, teníamos que adaptarnos a sus costumbres y aprovechar esta época para viajar… (oh, qué pena)
De un día para otro, se nos ocurrió juntarnos unos amigos, alquilar una furgo y conducir 5000km ni más ni menos por la costa sureste del país; de Brisbane al final de la Great Ocean Road y vuelta. 13 días non stop, de ruta por Australia, visitando lugares increíbles… la verdad es que pintaba muy bien así que no lo pensamos mucho y nos lanzamos a la aventura.

Salimos el 24 de madrugada, sobre las 4 de la mañana. Cargamos la furgo de provisiones, de maletas, tienda de campaña, sacos… y cuando ya no cabía ni un alfiler nos pusimos en marcha.
Ahora sí, empezaban nuestras deseadas vacaciones, un viaje que sin duda no nos iba a dejar indiferentes.
Si quisiera explicaros todo lo que visitamos, las batallitas, anécdotas y el sin fin de aventuras que vivimos necesitaría escribir mínimo una trilogía, así que como no es esa la idea, os resumo a continuación nuestro itinerario, con las cosas que nosotros hicimos y visitamos en cada parada y animo a quien pueda a realizar esta ruta y poder conocer de primera mano todo lo que aquí no puedo reflejar.


Coffs Harbour  
Primera parada. Mítica foto en la banana gigante que te encuentras de paso en la carretera, después seguimos nuestro rumbo porque queríamos avanzar más.


Port Macquaire
Paramos primero en Westport Park, una explanada tipo puerto, con muchísimos pelicanos revoloteando por la zona, después seguimos hasta Town Beach Park, una bonita playa con un paseo repleto de piedras pintadas de diferentes colores y dibujos.
Avanzamos por toda la costa hasta llegar al Tacking Point Lighthouse, un faro muy cuco en lo alto de una montaña, con unas vistas impresionantes. El camino por la costa hasta llegar a éste es muy bonito, naturaleza en estado puro.



Port Stephens
Visita rápida por Anna Bay, Solders Point, Salamander Bay y Nelson Bay, recorriendo pues toda la costa norte de Port Stephens para contemplar sus playas. Después,  llegada al camping Ingenia Holidays One Mile. Un camping increíble donde pasamos nuestra noche buena. Cena al estilo español con tortilla de patatas, pan con tomate, aceitunas, pate, butifarra con champiñones, queso manchego y cervecitas. Buena compañía y música con los hits del verano. A falta de pan buenas son tortas.
Después de la cena, un paseo por la One Mile beach fue espectacular. La playa estaba desierta y pudimos sentir la tranquilidad y paz de aquel lugar, tan solo se escuchaban las olas del mar y nuestras risas (las cervezas daban su efecto).
Tengo que decir que fue la primera vez que vi las olas del mar fluorescentes, un blanco increíble que no se bien porque pero relucían entre el agua. Momento mágico.
Después de esa gran noche nos pusimos a dormir la mona en nuestras tiendas de campaña. Primera noche de camping de muchas de las que nos esperaban.
Al día siguiente, nos levantamos temprano para ir al mirador de Mount Tomaree. Era el día de Navidad y queríamos empezar el día con las mejores vistas del momento y sin duda fue así. De buena mañana subir hasta la cima no fue fácil, pero una vez arriba tuvimos nuestra recompensa. Unas vistas que te permitían contemplar dos bahías a la vez, Shoal Bay y Fingal Bay, con la Shark Island de fondo (si, isla de tiburones, muchos de ellos de los blancos). En fin, momento para la retina que jamás olvidaremos.
Descendimos y con aquella bonita estampa, dimos por finalizada nuestra visita a Port Stephens; me hubiera tirado allí toda la mañana, pero había que llegar a Sidney y no teníamos más tiempo.






Morisset
Fue parada rápida, pero de las que no te puedes perder. En esa carretera está el psiquiátrico de Morisset y allí mismo encuentras miles de canguros salvajes descansando a sus anchas en la verde explanada. Tienes que ir conduciendo con cuidado porque cuando menos te lo esperas saltan por la carretera y allí en medio se plantan. Aconsejo llevar algo de comer, tipo plátanos o zanahorias, porque así se te acercan y puedes acariciarlos y posar para tu mejor foto.


Sídney
Y allí estábamos, en la gran ciudad, en la más conocida de toda Australia, entrando un 25 de Diciembre, con nuestra renofurgo (furgo ambientada en el reno de papa noel) y en ese momento con la música de Navidad que sonaba casualmente en la radio. Vamos, una entrada triunfal a la majestuosa Sídney.
Bello de punta, una ciudad que no tendríamos el placer de conocer aún (Mi hermano venia de visita dos semanas después y viajaríamos a Sídney de nuevo con él para verla con más calma) , pero solo el paso hasta llegar a su famosa playa, Bondi Beach, nos enamoró.
Bondi Beach era el destino escogido para pasar el día de Navidad. El plan era playa y relax.
Por la tarde volvimos a ponernos en marcha para seguir avanzando, así que en busca de un camping llegamos al Bendeela Recreation Area (no sin antes pasar algo de miedo, ya que nos metimos por el medio de la montaña, estaba todo muy solitario, la oscuridad de la noche ayudo también a ponernos más alerta, y un hombre muy extraño que nos encontramos hizo que pasáramos un momento bastante de acojone. Pero ¿que sería un viaje sin momentos así? ¿Y las risas que nos echamos una vez encontramos el camping y estábamos en terreno seguro?) En fin, después del momento tenebroso, llegamos a este camping gratuito, con vigilancia y todo y para mí parecer uno de los mejores campings free que he estado. No tanto por sus instalaciones que eran correctas pero nada más, sino porque dormir rodeada de wombats es increíble. En ese lugar había millones de esos animales tan bonitos, te sentías sumergida totalmente en la naturaleza de aquel lugar, todo verde, con un lago alrededor que le daba un encanto especial. Y lo mejor de todo, un cielo que jamás olvidare. Nunca, había visto tantas estrellas juntas, era algo maravilloso, sin palabras. Mirabas arriba y parecía que se paraba el mundo allí, millones de estrellas brillando con fuerza encima de nuestras cabezas, parecía que podíamos tocarlas de lo cerca que se veían. Fue la mejor noche de mi vida.
Por la mañana, seguimos nuestra rutina de desayunar, desmontar tiendas y recolocar la furgo y nos pusimos de camino a la playa con la arena más blanca del mundo en el Libro Guinness.



Hyams Beach, Jervis Bay
Im-presionante. Que agua más azul y que arena más blanca! Habíamos llegado al paraíso.
Allí nos tiramos a la bartola todo el día, nos bañamos, tomamos el sol, nos hicimos un sinfín de fotos y nos comimos nuestro pollito asado comprado del Coles, otra vez, al más estilo español.
Después de aquel día de relax, nos colamos en un camping de pago para una buena ducha (era algo necesario, una poquita de agua caliente no hace mal a nadie) y ya peinados y oliendo bien nos pusimos en busca de un camping gratis para dormir.



Lakes Entrance
Después de meterle un poco de caña a la furgo, pasar por pueblecitos de la costa y hacer bastantes horas del tirón, nos paramos en Lakes Entrance. Un sitio muy bonito, con unas vistas al lago y a las dunas de arena que quedan detrás de este que realmente vale la pena ver. Es una parada rápida, pero nos encantó las vistas que ofrecía. Recorrimos en coche toda la zona llegando a Gippsland Lakes, comimos por allí y seguimos nuestro camino destino Melbourne.
Tengo que decir, que a partir de ahí, nos desviamos por la zona del interior para recortar distancia, aunque si nos hubiera dado tiempo el National Park Wilsons Promonotory dicen que es un parque increíble para visitar. Nosotros lamentablemente no teníamos todo el tiempo del mundo, así que seguimos hacia adelante.


Melbourne
Por fin llegábamos a otra gran ciudad la cual teníamos muchísimas ganas de conocer. Y a parte, tengo que reconocer que estaba ansiosa por pillar una cama. 3 noches durmiendo de camping empezaban a pasar factura en mi cuerpo.
Fuimos al Backpaker Nomads, súper céntrico y muy bueno calidad-precio, aunque después de todo lo que llevábamos creo que me hubiera conformado con cualquier cosa.
Nos pegamos una buena ducha, cenamos y me quede dormida como un tronco. Hacia una calor increíble pero el cansancio que tenía lo superaba todo.
Nos levantamos al día siguiente como una rosa y después de ver en la furgo nuestra primera multa por aparcamiento (las señales de parquing en estas ciudades son un poco complicadas de entender) nos pusimos al lio.
Primer día de turisteo por Melbourne: Jardines botánicos, Brighton (playa a las afueras, típica por sus casitas de colores), Sant Kilda (Calle Acland conocida por sus grandes pastelerías, en ella mientras caminas se te va cayendo la baba. Después fuimos a ver al famoso parque de atracciones vintage “Luna Park”, un lugar en el que vuelves a ser niño otra vez. Después comimos en Lentil as anything, un pequeño bar muy curioso en el que tú escoges el plato que quieres de la carta y tu bebida y según como te ha parecido la comida, el servicio… pagas. Es decir, no hay precios, tu valoras cuánto cuesta y pues, tú decides cuanto darles, como si no quieres pagar, aunque eso lo vería de muy mal gusto. De esta manera, cuando acabas de comer, te vas al mostrador donde hay una pequeña caja y tú allí pones el dinero. Nadie te juzga porque nadie te ve lo que das, simplemente queda en tu consciencia. En fin, lugares que sorprenden.) Por la tarde, como nos sobraba mucho tiempo, nos fuimos para el centro a visitar la zona de Soutbank, casino Crown y paseíto al lado del Rio Yarra. Después volvimos a Sant Kilda, esta vez a la zona del puerto donde al final del muelle cuando anochece, los pingüinos vienen a las rocas a descansar. Contemplamos un atardecer increíble, un cielo pintado de lila, rosa y azul impresionante y yo lo viví aun de manera más emocionante porque mi mejor amiga me dio la gran sorpresa de aparecer por allí. Ella vive en Melbourne pero se suponía que estaba de viaje, cosas de la vida allí se presentó dándome la mayor de las alegrías. Cenamos después todos juntos en casa de ella y su novio y volvimos al Backpaker a descansar.
Segundo día de turisteo: esta vez por la city, día mas cañero, todo a patitas para no perdernos nada. Empezamos por Finders Station y de allí cogimos un tranvía hacia el Queen Victoria Market. Un mercado repleto de souvenirs a buen precio, también venta de fruta y verdura bastante económica. Desde allí cogimos el Tranvía City Circle, núm. 35. Este es gratuito y va rodeando todo el centro de la ciudad. Ésta bastante lleno de gente siempre pero es bonito montarte ya que son de los más antiguos. Con éste volvimos al centro, comimos y nos dirigimos Old Melbourne Gaol, una antigua cárcel del 1800, símbolo de autoridad, donde en ella permaneció el bandolero Ned Kelly, el ciudadano más infame de Australia. El tour vale unos 25 dólares, algo mas económico con el carnet de estudiante, dónde te sumerges en la vida de los hombres y mujeres que estuvieron allí, de las atrocidades que sucedieron dentro. Un tour muy aconsejable que de manera muy dinámica y teatral te hacen retroceder aquella época. Te esposan, te vistes de juez, te encierran en una celda…etc.
Después de esa experiencia, nos fuimos a pasear por las calles principales de la ciudad, como Elisabeth st, Bourke st… Pasamos por el Ayuntamiento, por Federation Square y de allí a los callejones famosos por sus grafitis; Hosier Lane y Acdc Lane. Dimos por finalizada la jornada en Melbourne, teníamos que volver al Backapaker a recoger todo ya que a la mañana siguiente emprendíamos rumbo a la Great Ocean Road.
Al levantarnos, antes de dejar atrás la ciudad, volvimos a los jardines botánicos ya que se nos había olvidado visitar el Shrine Remembrance, un memorial construido como un monumento a los hombres y mujeres de Victoria que sirvieron en la Primera Guerra Mundial y ahora es un monumento a todos los australianos que han servido en la guerra.  Cuando lo visitamos, nos montamos de nuevo en la furgo para ahora si dirigirnos a nuestro próximo destino.









Great Ocean Road
Torquay fue el primer pueblo en el que paramos, allí compramos comida y visitamos la ciudad del surf; unas cuantas calles llenas de tiendas de ropa de marca surfera. En ese mismo lugar hay un punto de información muy recomendable. Después, pasado Torquay se encuentra Bells Beach, una de las playas más famosas de Australia por sus olas, en ella se realiza la Rip Curl Easter Pro, uno de los campeonatos de surf más importantes del mundo.
Nos impactó mucho el azul de sus aguas, teníamos muchas ganas de conocer las famosas playas de esta ruta y no habíamos empezado nada mal.  A continuación pasamos por Point Addis Marine National Park y sin duda fue uno de los lugares que más me gustó. La playa era totalmente virgen, con una vegetación impactante detrás que sin duda me recordó a las del programa de TV Supervivientes. Nos quedamos allí un buen rato contemplando aquellas vistas. Uno de esos lugares en los que no te importaría que se parara el tiempo. Lamentablemente tiempo de sobra era lo que no teníamos, así que volvimos a pillar carretera para llegar al próximo pueblo.



Anglesea es la siguiente parada de esta ruta, en este sitio hay un campo de golf donde los canguros acampan a sus anchas y por lo tanto una explanada perfecta para fotografiar a estos animales en su hábitat, eso sí, creemos que al campo de golf no puede entrar cualquiera (aunque nosotros lo hicimos y por esa razón teníamos que ir esquivando las bolas de golf que en un momento u otro podían abrirnos la cabeza)
Después fuimos a Split Point donde se encuentra un faro muy bonito y de ahí hacia el próximo destino que era Lorne, te encuentras por la carretera el famoso cartel de la Great Ocean Road.
De pasada, vimos un camping gratuito arriba de todo de la montaña, en el que decidimos pasar la noche. Al llegar hacia un frio que pelaba, así que nos abrigamos bien y encendimos una hoguera con un grupo de chicos que también estaban allí acampando. Cenamos calentitos alrededor del fuego y nos fuimos a dormir a nuestra tienda de campaña, con un gran regalito en nuestras cabezas; un koala.
Amanecimos totalmente frozen, creo que no había pasado tanto frio en mi vida, pero enseguida nos olvidamos del tiempo cuando empezaron a venir unos bonitos pájaros, una especie de loros creo, de colores. Eran lindísimos y encima súper amigables. David que le pirran todas las aves disfruto como un enano dándole cereales. Pasamos un largo rato alimentándoles, dándoles besos y haciéndoles fotos. Después seguimos nuestra ruta.





Llegamos a Lorne, en ese pequeño pueblo había casitas de colores muy monas y de ahí fuimos al final de la calle George st, donde se encontraba el Teddy’s Lookout, otro bonito mirador.
Continuamos la ruta y pasamos por Kennet River, una zona repleta de eucaliptos donde con mucha paciencia y suerte puedes divisar a lo lejos, en lo alto de los árboles, koalas durmiendo y comiendo. También es famoso el lugar por los pájaros que justamente nosotros habíamos visto en el camping de la montaña.  Y ya sin esperar más, nos dirigimos al próximo punto.


Apollo Bay era uno de los lugares donde más ganas teníamos de llegar ya que teníamos contratada una excursión con kayak por el mar hacia una isla repleta de focas. (Si alguien le interesa reservarlo la página web se llama surf & kayak Apollo bay).
El día no estaba a nuestro favor, las chicas sobretodo estábamos bastante negadas a ponernos en bañador y meternos en el mar pero el tiempo nos dio una tregua y de repente salió el sol. Nos pusimos el neopreno y aun sin tenerlas todas conmigo, me metí en el agua. El kayak era de dos, yo por supuesto iba con David. Al pobre le tocó remar bastante, sinceramente fui algo de señorita porque me embobaba con todo. El lugar era impresionante, nos metíamos cada vez más al fondo, el agua cambiaba a un azul oscuro en el que se podían divisar también miles de medusas de color lila. Yo estaba algo acojonada por si nos caíamos, pero confié en mi gran capitán y me deje llevar, disfrutando de lo lindo. Por fin llegamos a la pequeña islita, en ella pudimos ver cientos de focas, unas descansando, las otras tirándose al agua, otras pasando por al lado nuestra. Fue un momento mágico, estábamos en su hábitat y verlas nadar así de libres fue impactante. Después de dos horas casi, volvimos a la costa y descansamos en la arena. Era día 31 de Diciembre y no hubo forma mejor que esa de acabar el año.
Más tarde, nos fuimos a comprar la cena para la gran noche de fin de año, cargamos con todo lo esencial, comida, alcohol y uvas y después fuimos al camping donde pasaríamos esa gran velada. Nos pegamos una buena ducha, nos arreglamos con nuestras mejores prendas (vaqueros) y mi marido, el gran Chef, nos cocinó solomillo con salsa de roquefort mientras los demás preparamos todo el pica-pica a la vez que bailábamos y bebíamos con una familia griega que compartía con nosotros la cocina del camping. Cuando todo estuvo listo, los griegos se fueron a su bungalow y nosotros nos hicimos dueños de esa caseta que tenía cocina-comedor. Comimos como reyes, reímos, bailamos y a las 00:00 nos comimos nuestras uvas con el video de las campanadas del año pasado, en compañía de Ramón García.
Fue todo muy extraño para nosotros, nunca ninguno habíamos pasado un fin de año sin nuestras familias, en un lugar tan lejano, en vaqueros  y en una caseta que se caía a cachos, pero realmente fue un momento especial.
Para no perder la tradición, nos hicimos nuestro propio guateque allí, bailamos los hits del verano español y las míticas canciones de la macarena, el asereje… con nuestros amigos los griegos, los cuales nos dedicaron también unos graciosos bailes de su cultura.
Al día siguiente aun con la resaca de la noche anterior nos pusimos en marcha hacia la playa Johanna Beach, no es nada especial pero las vitas desde el Lookout eran bonitas. Nos hicimos cuatro fotos y seguimos hacia el Otway Ligthouse, el faro más antiguo de Australia. Al llegar allí nuestra sorpresa es que se tenía que pagar y además de que el día no acompañaba y que habíamos visto por la ruta ya bastantes faros, decidimos ahorrar tiempo y dinero y llegar pronto a los 12 Apóstoles, uno de los lugares más famosos de la Great Ocean Road.





Cuando llegamos a Port Campbell el sol no nos acompañaba, así que decidimos dejar los 12 Apóstoles para el siguiente día. Visitamos Port Campbell, comimos un fish and chips y nos fuimos a buscar alojamiento.  Nuestra sorpresa fue que todo estaba a full, pero finalmente conseguimos plaza en el hostal de la entrada del pueblo, uno de los más bonitos en los que he estado. Un ambiente y decoración muy vintage y viajero, además de un lugar muy amplio, limpio y con unas instalaciones muy buenas para el precio que tenía, si no recuerdo mal 65-70 dólares la pareja).  Éste se llama Port Campbell Hostel, (no se complicaron mucho en el nombre por eso).
Después de una duchita caliente, de sentarnos en los sofás del comedor y charlar mientras a fuera llovía y hacia rasca, nos hicimos la cena y nos fuimos a dormir. Y ohh! Que bien dormimos. El placer que se siente cuando estas en una cama después de días de camping no tiene precio.
Nos levantamos súper frescos y con unas ganas enormes de seguir visitando. Como el sol no nos acompañaba mucho decidimos subir y visitar Warrnambool. Alli se encuentra Flagstaff Hill Maritime Village, un mini pueblo que ofrece una visión de los estilos de vida marítimas y oficios de la época del 1870, el pico de la herencia marítima de Australia. En ésta pequeña replica encontramos la tienda de correos, el bar, la escuela, tienda de ropa, el cuartel de policía, un taller, diferentes casas…etc. El precio con visa estudiante creo que es 9 dólares por persona. Merece la pena dar una vuelta por ese mini pueblo y trasladarte por un instante a esos años.
Al acabar, seguimos hacia Tower Hill, otro pueblo cercano donde en él hay una reserva natural en el que se puede observar diferentes fauna y flora. A nosotros el lugar no nos impactó nada y en realidad todos los animales que dicen haber estarían durmiendo la mona porque tan solo pudimos ver los famosos Emus, una especie a avestruz, típica del país.)
Estaba haciéndose tarde ya, así que nos fuimos en busca de un camping para para dormir. Esa noche recuerdo que por fin nos hicimos algo caliente para cenar! Hacia fresquito y una sopa nos sentó a todos divinamente.




A la mañana siguiente, ya con algo más de suerte y con el sol asomándose, fuimos a los 12 Apóstoles. Una vez allí, a poca distancia uno de otro, se encuentran los diferentes miradores dónde te permiten observar la maravilla de la zona desde diferentes puntos.
Twelve apostles and Gibson Step (Lugar más conocido y dónde aconsejan ir al amanecer o al atardecer para quedar aún más impresionado. Sinceramente unas vistas que quitan el hipo)
Loch Ard Gorge (Quizá el lugar que más me gustó. Si bajas las escaleras te encuentras con un entradero del mar entre dos bloques de piedra. Una imagen preciosa.)
The Grotto (Fue otro de los sitos que más me impacto. Bajando las escaleras te topas con una formación de rocas increíbles, donde allí golpea el mar con todas sus fuerzas, haciendo de eso un sitio admirable.)
Los demás puntos (Thunder Cave, London Bridge, Bay of Martyrs y Broken Head) también ofrecían unas vistas de infarto de toda la costa, pero sin duda me quedo con los anteriores.







Después de recorrer toda la zona y de hacer mil millones de fotos despedimos la Great Ocean Road para subir a las Grampians, un parque nacional muy bonito el cual nosotros visitamos de la forma más exprés posible. No teníamos más tiempo así que llegamos para el atardecer y decidimos ir directos al sitio más conocido: Balconies Lookout. Allí, en una roca, mirando al frente y quedándonos embobados de tal belleza, pudimos ser protagonistas del mejor atardecer que mis ojos han podido ver. Silencio, buena compañía y el sol escondiéndose entre las montañas hicieron el perfecto momento para finalizar nuestro viaje. 


Una ruta que sin duda nos marcó a todos. Vivimos momentos de todo tipo, risas, lloros, cansancio, fascinación, frio, calor. Hubo días de estrés, de desesperación e incluso miedo. Pero a estos días también le sumamos mil alegrías, bailes, karaokes,  alguna que otra españolada.  Aprendimos a cocinar para todos, a montar y desmontar tienda de campaña como si nada, a asearnos en cualquier parte como en los baños de un Mcdonald, pero sobretodo aprendimos a valorar cada minuto, cada lugar. Porque en este mundo vas a contrarreloj, los días van restando y lamentablemente estos viajes tienen fecha de fin. 
Y así pues, volvimos a Brisbane. 24 horas de conducción, cansancio en nuestros cuerpos pero cargados con una mochila de momentos irrepetibles.



Leer más...