-ANYWHERE, JUST DARE AND GO-
La historia contada desde dentro.
La historia explicada
desde mi experiencia
No lo pensé. Cerré los ojos y salte al vacío. Simplemente fui a buscar mi
sueño, con todas las consecuencias.
Hace casi un año, esta fue la mejor decisión que he tomado nunca. A veces
las cosas no se piensas, solo se hacen y eso es exactamente lo que hice. Irme
en busca de algo, no sabía bien el que, pero sabía que si lo estaba haciendo
era porque me hacía feliz.
Todo, para cualquier persona yo lo tenía todo. Un trabajo, una familia,
amigos, me conocía que restaurante era mejor que otro, o en qué centro
comercial estaban las tiendas que a mí más me gustaban… Cogía mi coche y sabía dónde
iba, sabía lo que tardaría en llegar. Y todas estas cosas precisamente son las
que hicieron que un día me replanteara mi futuro.
Odio tener un rumbo, odio la tranquilidad de saber dónde estoy todo el
rato. Odio conocer a todo el que pasa por mi lado y odio saber en qué sitio es más barato salir y tomarte
una caña.
Es entonces, cuando la monotonía te aprieta tanto que de un día para otro
decides poner remedio. Para mí solo había una solución, huir.
Australia es de aquellos países que están en el mapa pero que pasan un poco
desapercibidos. Quizá al ser nuestras antípodas nunca te planteas llegar hasta allí.
Yo tenía claro que si daba el salto lo hacía a lo grande. Además mi asignatura
pendiente siempre había sido el inglés y éste sería un lugar perfecto para
mejorarlo. Así que con el mejor acompañante de viaje, mi marido y una maleta,
me fui lejos, me fui a Australia.
Hoy, después de casi un año, puedo explicar la historia desde mi
experiencia, sin suponer nada, sin dudas, sin preguntas. La realidad más clara de lo que ha sido mi vida
aquí durante este tiempo.
Bien, como ya sabréis aterrice en Brisbane, está me robo el corazón desde
el minuto uno, Brisbane me dio aire fresco, me hizo renacer nada más llegar.
Para mi elegirla como lugar en el que empezar un nuevo capítulo fue perfecto.
La suerte desde que llegué la tuve de mi parte. Aunque eso significa que de
la pareja uno tenía que sacrificarse y le toco a David… Yo encontré una familia
maravillosa que me abrió las puertas de su casa de par en par para cuidar de su
pequeño, Harry. Esta familia me ha dado la oportunidad de vivir esta
experiencia al máximo, todas las facilidades posibles ellos me las han
brindado. No tengo palabras de agradecimiento hacia ellos, unas personas que me
acogieron desde el primer día de una manera increíble, unas personas que
depositaron toda su confianza en mí. Unos extraños que pronto se convirtieron
en mi familia aquí.
David, no le quedó otra que adaptarse a mis horarios, trabajar entre semana
y disfrutar el resto. Eso significo dar su brazo a torcer, arremangarse bien y
ponerse a limpiar casas. Una de las pocas faenas poco cualificadas (lo único a
lo que optas cuando tu nivel de inglés es mínimo) en la que libras los fines de
semana. Eso nos permitía visitar lugares nuevos, conocer gente, en fin,
saborear la experiencia juntos.
Pero, quizá, sin darme cuenta yo misma estaba cavando mi propia tumba y
ahora entenderéis porque lo digo.
Los dos trabajamos mucho de lunes a viernes, pero los fines de semana no había
uno que se nos resistiera. Hemos viajado mucho, en realidad diría que no hemos
parado. Además, en este país ganas dinero muy rápido y eso te permite el ritmo
de vida que nosotros hemos llevado aquí.
Yo entre semana cuidaba de Harry, comparado a España, mi vida mejoró con
creces. De trabajar 40 horas a la semana con 20 niños y a duras penas llegar a
los 1000 euros al mes, a estar trabajando la mitad de horas, con un solo niño y
cobrando el doble que allí. Really? Si, aquí en Australia es posible.
Pero quizá no me di cuenta o mejor dicho no quise darme cuenta de que mi
pareja estaba viviendo la otra cara de la moneda. Sin duda su sueldo también mejoró
notablemente en comparación a España, pero perdió algo más importante, su
calidad de vida.
Él allí trabajaba de algo que le gustaba, con un equipo de trabajo que le
hacía que los días fueran más ameno. Su jornada tenia momentos de mucho estrés
y cansancio psicológico, pero la otra mitad de su jornada se basaba en vigilar
a los enfermos, quizá jugar con ellos a futbol o simplemente sentarse en el jardín
observando que todo a su alrededor estaba bien.
Él también necesitaba un cambio de aires, un break en su trabajo, pero no
para esto.
Es cierto que hay cosas que compensan, que aguantas por ver sitios nuevos,
por recorrer mundo pero eso también llega a un límite. Y de estar en el paraíso
al mismo infierno hay un solo paso. Yo no quería que David lo diera.
Mientras yo amaba Australia, mientras yo alababa todo a mí alrededor, mi
pareja comenzaba a sentirse en el mismo estado de ánimo que me encontraba yo en
España. Y a mí eso empezó a matarme por dentro. Yo deseaba que esto fuera único
para mí, pero también para él. Mi felicidad sin duda había llegado al extremo
más alto, pero si para él no era así, nada tenía sentido.
Los dos lo habíamos disfrutando mucho, pero para él empezó a hacerse cuesta
arriba. Le tocó hacer cosas que a mí nunca me tocaron hacer, recorrerse calles
a altas temperaturas para encontrar un trabajo, intentar comunicarse, a veces
sin éxito. En fin, le toco literalmente tener el papel de inmigrante y sentirse
como tal. Y cuando obtuvo un trabajo, éste no le llenaba, le destrozaba la
espalda y le hacía llegar rendido a casa.
Y es que quiero dejar claro, que mi experiencia no es la de todos los que
pisan este país. La suerte es un gran factor que ayuda, al igual que el idioma,
los contactos… Y no todos los que venimos en busca de algo mejor nos topamos
con ello de frente.
Como en cualquier país al que emigras, nada es fácil. Hay días de
todo. Australia puede ser el comienzo de
una vida mejor para muchos de los que emigramos, pero nadie cuenta que hay otro
gran porcentaje de gente que se marcha sin haberlo conseguido.
A pesar de que para David limpiar casas y compartir piso no era lo que
realmente quería, nosotros, no podemos quejarnos. Hemos trabajado a la semana
de estar aquí, eso nos ha permitido comprarnos un coche para poder movernos (y
venderlo luego por más de lo que lo compramos). Además hemos ahorrado dinero
para seguir viajando por el sudeste asiático, pero esa es nuestra historia.
Hay de mejores, con más suerte, pero también de peores. Igualmente, siempre
pienso que no intentarlo es de cobardes, que si no lo haces jamás sabrás que
hubiera pasado y que si lo haces y no sale al menos habrás obtenido una
experiencia nueva en la vida, que de eso tratan las aventuras.
Por eso mismo, valoro mucho el esfuerzo de David, todo lo que ha
significado para él estos meses. Para mí
ha sido un luchador de los pies a la cabeza, o eso, o simplemente me quiere
demasiado. Sea lo que sea, ha aguantado madrugones, el trabajar a contrarreloj,
el esfuerzo que conlleva tener un aspirador cargado a su espalda todo el día. Y
aun así, se ha vestido siempre con su mejor sonrisa para que ambos disfrutáramos
de esto. Le amo, le amo con todas mis
fuerzas. Si alguien ha estado siempre ahí, ese es él. Soy una persona
inestable, con ganas siempre de cambios. Unos lo llaman aventurera otra
directamente loca, sin consciencia. Pero él me quiere así, me hace todo más fácil
y sobretodo me acompaña en todos mis planes. Éste fue uno de ellos, el más
grande y arriesgado que he tenido nunca pero él me dio la mano una vez más y me
siguió.
Ahora no podía reprocharle nada, no podía reprocharle que él viviera esto
como una gran experiencia pero con fecha de caducidad.
Y es así, como llegados a este punto, cuando se nos acaba la visa,
decidimos no renovar y volver. Para él a su hogar, para mí a un lugar donde simplemente deje atrás a todos mis seres
queridos. Australia me ha dado mucho. Y ahora soy de aquí y de allí, o peor aún
de ninguna parte.
Aquí, he crecido interiormente, he aprendido a valorar pequeñas cosas. Me
he hecho más fuerte y esto me ha hecho darme cuenta que la distancia separa
cuerpos, pero no corazones. Mi gente siempre está, da igual donde pero está. Y
no, no me he vuelto fría, ni quiero menos a mi familia o amigos, simplemente he
aprendido a quererlos también a pesar de los kilómetros, a saber disfrutar de
lo que me ofrece ahora la vida porque sé que a ellos siempre los tendré cerca
de una forma u otra.
Australia, me ha hecho encontrarme a mí misma, conocerme más, saber mis límites
y aprender a sobrepasarlos. Y es que
estar lejos, te ofrece la lección de
vida más grande. Ahora no me asusta nada, me veo capaz de todo. Porque cuando
saltas una vez ya no hay nada que te detenga.
Pero, la felicidad es una montaña rusa.
A veces la tienes comiendo de tu mano, otras cuando quieres darte
cuenta, ya ha expirado. Por eso mismo hay que saborearla cuando se tiene, no se
sabe cuándo volverá. Y esto lo digo porque ahora soy yo la que toca acompañar a
mi pareja en un camino de regreso, cogerle la mano como el me la dio hace casi
un año y volver. No porque quiera, aquí me queda mucho que descubrir, pero el
amor puede con todo y sé que ahora es mi turno de ceder.
Dejo atrás unos meses inolvidables, donde amanecer cada día tenía sentido.
Mi sonrisa era presente a pesar de los días grises y es que ojala pudiera
explicar lo que he sentido viviendo aquí. Creo que es algo que una vez en la
vida se tiene que hacer, da igual el tiempo que dure, porque esta experiencia
marcará un antes y un después. Para nosotros esto ha sido una auténtica bomba
de sentimientos, de emociones nuevas. Y si en algo estamos de acuerdo ambos, es
que sin duda, repetiríamos esta aventura con los ojos cerrados.
Animo a todo el que lea esto a no solo pensar en sus sueños, sino a
cumplirlos. Para ello seguramente habrá que dejar cosas atrás, tendrás que tropezar
muchas veces y posiblemente habrá días que sufras y te plantes si realmente
vale la pena luchar. Si, te digo que si con toda seguridad. Valdrá realmente la
pena… Yo he llorado, he llorado mucho, a veces te sientes sola, desprotegida,
pero te aseguro que nada se puede comparar a cómo te sientes al otro día,
cuando despiertas de nuevo y valoras todas esas cosas nuevas que han llegado a
tu vida.
Adiós querida Brisbane, me despido hoy de ti con las mismas mariposas en el
estómago que cuando me recibiste por primera vez, con un nudo en la garganta
que demuestra que ha significado este tiempo para mí… y es que dejo atrás
muchas cosas que siempre, siempre recordaré. Gente que se ha ganado un hueco en
mi corazón y lugares que quedarán por siempre en mi memoria.
Vuelvo a mi hogar, ahora a mi otro hogar (no sin antes darnos unas
merecidas vacaciones por el sudeste asiático) para reencontrarme con los míos.
Vuelvo al lugar del que hui, pero regreso cambiada. Mi pareja ha decidido que
allí es ahora donde nos toca estar y yo, sorprendentemente, aunque amo
Australia y me hubiera quedado más tiempo, estoy contenta. Me llevo una vida
nueva a mis espaldas y lo más importante, vuelvo a realizar otro cambio de
aires, al menos por un tiempo y mi alegría siempre depende de eso. Que el
mañana sea siempre una incógnita…
Solo así, podrás tocar por instantes el mismo cielo. No hay palabras para describir que se siente al alcanzar un sueño, para eso, tan solo hay que escalar la montaña, llegar a la cima y cuando tengas el mundo a tus pies habrás saboreado la auténtica felicidad.
Yo sin ninguna duda por fin la he conocido y eso ya nada lo va a cambiar.
Gracias a todos los que nos habéis acompañado este tiempo en el blog,
esperamos haberos informado, ayudado o simplemente entretenido con nuestras
historias. Pero sin duda, como bien dice nuestra portada, aquí empieza nuestra
aventura. Esto tan solo era el principio de una vida nueva, así que permitirnos
un break, porque muy pronto volveremos con las pilas cargadas y con un nuevo
lavado de cara en el blog; nuevas experiencias, nuevos países…
Anyway, os animamos mientras a seguirnos en nuestro nuevo Instagram de
viajes justgo_sandraydavid , allí colgaremos fotos de lugares increíbles, de
todos nuestros pasos, e informaremos de nuestro retorno al blog. Y ahora si...Esto es todo amigos!
See you soon :)