Existen dos clases de personas: Las que se sienten tranquilas en su zona de confort, las que no tienen necesidad de moverse de su sitio de siempre, de alejarse de sus comodidades. Después estamos el resto. A los que nos mata la curiosidad y no podemos estar quietos en un mismo lugar, los que a todas horas tenemos la sed de viajar, esa que solo se sacia con sumar a tus experiencias otro rincón más. Para los que el pasaporte significa media vida.

Nosotros sin duda formamos parte de la gente aventurera y arriesgada! Y por eso mismo este año quisimos dar un giro a nuestras vidas y vivir durante un tiempo en otro país, con otra gente y con otras costumbres.

Manteneros al día de todos los sitios que visitamos nos encanta. No hay nada que nos guste más que poder explorar rincones nuevos y compartirlo con toda la gente posible para que se animen a practicar este gran vicio de conocer mundo. Y a los que por una razón u otra no pueden hacerlo, redactamos todas nuestras experiencias para que al menos puedan alimentarse de ellas y en su mente viajar por un instante a estos recónditos lugares.

Ahora bien, la pregunta del millón que muchos os estaréis haciendo: Y como lo habéis hecho?

Pues bien aquí os dejamos la receta por si alguno se anima a kangurear como nosotros.

RECETA :

Añade infinitas cucharadas de ilusión y combínalas con una taza de positividad. Mézclalo bien con valentía y rocíalo con un litro de curiosidad. Déjalo cocer a fuego lento, remuévelo suavemente con un poco de esfuerzo y constancia y finalmente añádele una pizca de dinero.

- Servir con hambre de explorar sin jamás saciarte y con ganas incontrolables de comerte el mundo -

jueves, 9 de marzo de 2017

Sydney in 4 days



Una de las ciudades más emblemáticas de Australia sin duda es la gran Sídney. Una ciudad que atrae a millones de turistas cada año y que por supuesto yo no podía quedarme atrás, tenía que formar parte de esa lista. Así pues, el 12 de Enero, volamos con Jetstar Brisbane-Sídney, un trayecto rápido de una hora y media que cuando quisimos darnos cuenta estábamos allí. En el aeropuerto nos reunimos con mi hermano que venía de pasar unos días en Melbourne, él iba a viajar por Australia un tiempo y coincidir en Sídney para visitar juntos la ciudad era todo un planazo.
Con un sol radiante a nuestras espaldas, nos dirigimos en primer lugar hacia nuestro hostal “Glebe space” situado en Camperdown, dentro del campus de la Universidad. Realmente fue una buena elección, una habitación para los tres, con nuestro baño privado con ducha y una habitación bien adaptada con escritorio, nevera, cama doble y una simple, nos costó para 3 noches unos 100 dólares por cabeza, toda una ganga para estar donde estábamos.
Para ir del aeropuerto hacia la ciudad, lo más barato es coger el autobús 400, bajarte en la primera parada y caminar 300 metros hacia la estación de tren Mascot, de esta forma te ahorras pagar el recargo del aeropuerto si coges el tren desde allí, pues así el trayecto te sale mucho más económico, de 15-17 dólares a unos 5-8. (Importante, en un quiosco del aeropuerto lo primero que debes hacer es comprar la tarjeta Opal, una tarjeta de prepago recargable para poder viajar con transporte público por la ciudad)

Primer día:

Nosotros, después de hacer esos chanchullos, llegar a nuestro alojamiento y descargar maletas, pusimos rumbo a nuestra primera parada : Bondi beach; la playa más famosa del lugar.


Una vez allí, hicimos una de las rutas costeras más bonitas de la ciudad, que va desde Bondi a Coogee. Éste paseo te permite disfrutar de unas preciosas vistas, de unas playas increíbles, pasando desde Tamarama, Bronte, Pie Clovelly hasta Coogee. La playa de Tamarama, la primera de todas, hace una pequeña cala, donde los surfistas disfrutan de lo lindo y a la vez, los demás que no tenemos ni idea de cabalgar olas podemos gozar de las pools que se crean entre las rocas. El sol nos obligó a hacer una larga parada en esta playa y darnos un chapuzón para aliviar la calor que nuestros huesos sentían. Después, fresquitos, seguimos la caminata.







De vuelta, rendidos y acalorados, decidimos coger un bus de vuelta al hostal, habíamos madrugado mucho y necesitábamos una buena ducha y una cama para poder coger el siguiente día con ganas.


Segundo día:

El viernes por la mañana, desayunamos en el ático del edificio, con unas vistas preciosas de la cuidad y después nos pusimos en marcha dirección a los jardines botánicos. Antes paramos justo al lado de éstos, en la State library, para verla por dentro. Realmente me encantó, un toque muy peculiar que me recordó a la película de Harry Potter.


Desde allí, nos adentramos en los jardines, toda una maravilla. Millones de especies de plantas que te hacen sentir sumergida en la naturaleza más pura, olvidándote por un momento del tráfico y del bullicio de la ciudad, que recorre este recinto.  Caminando llegas hasta el pico más alto, donde puedes divisar la mejor imagen de la Opera House junto al Harbour Bridge.  Es el punto perfecto para sacarte la típica foto de postal. Además la panorámica que alberga este sitio te deja sin aliento, una bahía donde no ves el final, barquitos en el agua, el parque de atracciones Luna Park al fondo…en fin, las mejores vistas de la ciudad estan en este lugar.




Desde los jardines, rodeándolos hacia la izquierda, fuimos hacia la Opera House para poder verla desde bien cerca.  Y madre mía como impresiona tenerla delante de tus ojos! Algo que has visto varias veces en la televisión y que ahora está delante de ti. Él lugar donde está situada también le da un encanto especial, un paseo lleno de restaurantes, el puerto con los ferris, el barrio de Rocks enfrente… Amazing!


Después de disfrutar de eso, nos fuimos a Circular Quay, justo al lado, dónde en el muelle 3 cogimos el ferry para Manly, otra de las playas más famosas. El billete cuesta unos 14 dólares por persona ida y vuelta, como todo el transporte de la ciudad, se paga a través de la tarjeta Opal. (Con la tarjeta Opal lo máximo que pagas al día son 15 dólares, asi que si vas a Manly, el resto del día que cojas cualquier otro transporte público es gratis, no te mates a caminar. Los domingos el máximo que pagas es 2,5dólares, así que solo que vayas con bus hasta el ferry, éste después te saldrá gratis)



El trayecto hasta Manly creó recordar que fue una media hora aprox , pero para nada se hace pesado y mucho menos a la vuelta, si vuelves al atardecer y puedes ver desde el ferry como cae el sol en la ciudad.
Cuando llegamos al puerto nos dirigimos directamente al Hungry Jacks, teníamos muchísimas hambre y necesitábamos llenar el estómago con una buena hamburguesa. Después, andamos el paseo peatonal “The Corso”, con diferentes tiendas de moda, souvenirs, cafés… hasta llegar a la playa de Manly. Otro rollo más surfista y quizá no tanto postureo como la de Bondi.  


Desde allí, mirando al mar en dirección a la derecha hicimos una corta caminata de unos 20 minutos (Cabbage Tree Bay Coastal Walk) hasta Shelly beach. En el transcurso de éste vas dejando atrás la playa principal y vas recorriendo pequeñas calas con las famosas pools,  viendo a la gente practicar snorkel en las aguas claras del mar. También puedes observar  las pequeñas esculturas ecológicas que representan la flora y fauna marina del lugar. Cuando llegamos a Shelly beach, su agua y sus árboles rodeando la arena nos enamoró. Un pequeño paraíso a poca distancia de una gran ciudad.








Cuando ya habíamos disfrutado bastante, volvimos hacer la caminata de vuelta hasta el ferry y de allí vuelta a la Circular Quay, dónde cogimos el siguiente ferry (que ya te sale gratis) hacia el otro lado de la bahía, para divertirnos un rato en el parque de atracciones Luna Park. Un parque vintage, que también está en Melbourne y dónde vuelves a ser niño otra vez. És pequeño pero de los típicos de antes.



Allí, tienes unas buenas vistas del Harbour Bridge, justo casi encima de tu cabeza y al fondo, otra vez la Opera House. Al hacerse de noche la pudimos ver iluminada, acompañada de un bonito skyline de la city.




Había sido un largo día, así que decidimos volver al hostal y reponer fuerzas para el siguiente día.

Tercer día:

Sábado por la mañana, equipados para patearnos las calles de la ciudad, empezamos el recorrido por el barrio Chinatown, de allí a los Chinese Garden of Friendship y de allí al Paddy’s  Market, un mercado gigante de souvenirs, súper bien de precio dónde si tienes que comprar algún recuerdo sin duda éste es el mejor sitio, me hubiera llevado todo!!!. Después subimos por George St hasta Sídney Town Hall, de ahí entramos al gran Queen Victoria Building, unos almacenes de lujo, con cafeterías, tiendas de ropa, de joyas, no apto para gente de mi nivel.
Dentro, hay un bonito reloj que cae del techo que le da un encantó especial a esas galerías.




Salimos por la parte de detrás y desde ahí se ve la Tower Eye, la torre más alta del hemisferio sur. Por allí andurreamos por las calles principales de George St y Pitt St, donde se encuentran las tiendas de moda más conocidas, centros de comerciales, restaurantes de comida rápida…Había un ambiente muy cool que nos hizo estar por un buen rato. Después fuimos hasta Angel place, una calle estrecha dónde llama su atención el centenar de jaulas de pájaros vacías que cuelgan arriba de tu cabeza, estas muestran como el desarrollo de las ciudades han ido acabando con la vida silvestre, bonita obra de arte que hace pensar en el impactó del ser humano en la naturaleza.


Desde allí nos cogimos un bus para bajar hacia Circual Quay y reunirnos con mi hermano de nuevo, ya que él tenía una entrada para ver una ópera en la majestuosa Opera House, algo que tienes que hacer si tienes la oportunidad  de viajar aquí, el dinero para comprar la entrada y la suerte de que queden plazas.
A poca distancia, está el barrio más antiguo de Sídney, The Rocks. Pasear por este distrito histórico es retroceder hasta comienzos de siglo XIX.  Al ser fin de semana también pudimos disfrutar del mercadillo que instalan en una de las calles del barrio, repleto de antigüedades, artesanías, cuadros...


Cuando acabamos de callejear por la zona, cogimos otro bus que nos llevó hasta el Hyde Park. Allí vimos el Anzac Memorial (me gustó mucho más por eso el de Melbourne)y la escultura del Capital Cook. Descansamos en el césped junto a una bonita fuente y después dimos una vuelta por el Festival de Música que estaba instalado durante unos días al final del parque. Desde esa zona puede contemplar también la Mary’s Cathedral .



Por la noche, al ser sábado, fuimos a las 9pm al Darling Harbour, una zona de puerto también increíble, donde hicieron un pequeño espectáculo de fuegos artificiales.



Cuarto día:

El último día, Domingo por la mañana, lo dedicamos de manera más relax a visitar la Galería de Arte.



De camino a ésta, pasamos por Barracks Museum, una cárcel convertida ahora en museo pero por la que decidimos no pagar para ver por dentro, ya que habíamos visto la de Melbourne que fue una de las más importantes de Australia.
Después, antes de acabar nuestro pequeño viaje, decidimos ir por última vez a Darling Harbour y disfrutarlo de día. Éste era otro bonito rincón de los tantos que posee la zona. Fue ahí donde pusimos punto y final a esos cuatro días de turisteo.





Una ciudad que no nos dejó indiferentes, y que después de mi querida Brisbane; la que me tiene robada completamente el corazón, Sídney  sin duda, se lleva el siguiente puesto en el ranking.

Bye, bye! 






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